Probiótico
es una palabra de origen griego que significa "a favor de la vida”, y se
refiere a aquellos microorganismos que viven en nuestro cuerpo realizando
funciones beneficiosas. El
ejemplo más típico es del Lactobacillus, bacteria que se encuentra en la vagina
y proporciona un ph ácido dificultando la supervivencia de otros gérmenes
patógenos.
La
microflora intestinal se constituye desde los 5 días después del
nacimiento. Esta flora está compuesta por microorganismos transmitidos por la
madre, por el ambiente y, sobre todo, por la leche materna. Esta leche aporta
al intestino la mayor parte de los microorganismos,
fundamentalmente bifidobacterias.
Entre
los más de 100 tipos de bacterias que colonizan el intestino se establece una
lucha entre las bacterias beneficiosas y las dañinas para la salud. Aunque una
persona sana tiene un porcentaje de bacterias beneficiosas más elevado que el
de las dañinas, varios factores pueden modificar el equilibrio microbiano de la
flora intestinal.
Así,
las enfermedades, el estrés, el exceso de proteínas en la dieta, el consumo de
alimentos en malas condiciones y la administración de antibióticos orales,
favorecen el desarrollo de microorganismos infecciosos en perjuicio de las bacterias deseables. Las bacterias dañinas
actúan sobre lípidos y proteínas no sólo generando sustancias nocivas, sino
también anulando la resistencia a los patógenos y, dando origen, a múltiples
procesos patológicos.
Los prebióticos son
compuestos que el organismo no puede digerir, pero que tienen un efecto
fisiológico en el intestino al estimular, de manera selectiva, el crecimiento y
la actividad de las bacterias beneficiosas (bifidobacterias y lactobacilos). Se
trata de un tipo de hidratos de carbono (una “fibra especial”) presentes en
algunos alimentos que, pese a que nuestro sistema digestivo no es capaz de
digerir, son fermentados en el tracto gastrointestinal y utilizados como
“alimento” por determinadas bacterias intestinales beneficiosas. Los
prebióticos más estudiados son dos: la inulina y
los fructooligosacáridos (conocidos también como FOS).
Se pueden tomar en polvo o en pastillas, una vez al día después de las comidas porque es cuando el estómago es menos ácido. Si los tomáis en forma de polvo, podéis añadirlo a un yogur, leche o zumos, es importante que el alimento este frío ya que si está caliente destruiría las bacterias.
Normalmente se encuentran en un mismo preparado probióticos y prebióticos.
Se pueden tomar en polvo o en pastillas, una vez al día después de las comidas porque es cuando el estómago es menos ácido. Si los tomáis en forma de polvo, podéis añadirlo a un yogur, leche o zumos, es importante que el alimento este frío ya que si está caliente destruiría las bacterias.
Normalmente se encuentran en un mismo preparado probióticos y prebióticos.
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